¿Somos datos o personas? - Análisis de la obra "Tecnofeudalismo" de Yanis Varoufakis
¿Somos datos o personas?
Una reflexión social sobre el poder tecnológico
Introducción
Vivimos en una época en
la que la tecnología, lejos de ser una herramienta neutra de progreso, se ha
convertido en el principal instrumento de dominación económica y social. En su
obra Tecnofeudalismo, Yanis Varoufakis nos invita a cuestionar el relato
dominante de que seguimos bajo un sistema capitalista tradicional. Propone, en
cambio, que estamos entrando en una nueva era: el tecnofeudalismo, donde el
poder económico está siendo absorbido por plataformas digitales que controlan
el acceso a mercados, datos y relaciones sociales. Esta tesis, tan provocadora
como reveladora, resuena profundamente con los análisis que hacemos desde la
Psicología Social sobre las formas de control y poder en la sociedad
contemporánea.
Desde esta perspectiva,
el libro no solo es una crítica económica, sino también una herramienta para
reflexionar sobre la subjetividad, la alienación, el control de la conducta y
la transformación del vínculo social. La economía digital ha cambiado la forma
en que nos relacionamos, trabajamos, consumimos e incluso pensamos, muchas
veces sin que seamos del todo conscientes. La naturalización de las plataformas
como mediadoras de casi todas nuestras interacciones implica una pérdida
creciente de autonomía y agencia.
Este ensayo busca
desarrollar cinco núcleos temáticos que emergen de la lectura del libro de
Varoufakis: (1) la tesis del tecnofeudalismo como nuevo orden global, (2) el
papel de las plataformas digitales en la captura del valor y del sujeto, (3) la
transformación del trabajo y la subjetividad, (4) la ilusión de la libertad en
la era de los algoritmos, y (5) las alternativas posibles desde una conciencia
social crítica. Cada apartado estará atravesado por reflexiones personales,
conectando con inquietudes actuales y debates que también nos interpelan desde
la psicología.
Con ello, intento no
solo resumir y analizar el contenido del libro, sino también pensarlo desde mi
lugar como estudiante de Psicología Social, reconociendo que entender los
cambios estructurales del mundo es esencial para comprender las nuevas formas
de subjetividad y poder. Esta es, también, una invitación a repensar
críticamente nuestro presente.
Del
capitalismo al tecnofeudalismo: un cambio de paradigma
La tesis central de
Varoufakis es que el capitalismo, tal como lo conocíamos, ha sido sustituido
por una nueva forma de organización económica y social: el tecnofeudalismo. A
diferencia del capitalismo industrial, en el que el mercado era el escenario principal
de intercambio, el tecnofeudalismo se caracteriza por la concentración del
poder económico en plataformas digitales que actúan como señores feudales
modernos. Amazon, Google, Facebook y similares no solo intermedian nuestras
transacciones, sino que las controlan completamente. Esto cambia la lógica del
sistema: ya no se trata solo de competencia, sino de acceso monopolizado a la
red.
Lo interesante es que,
según Varoufakis, este nuevo sistema no reemplaza al Estado, sino que se
alimenta de él y lo manipula. Los gobiernos, muchas veces sin conciencia plena,
han cedido poder a estas plataformas, delegando funciones que antes les eran propias,
como la regulación del comercio, la protección de datos o incluso la
organización del trabajo. En este sentido, estamos ante una redefinición del
poder que impacta directamente en la forma en que vivimos y pensamos nuestras
relaciones sociales.
Desde la Psicología
Social, podemos entender esta transformación como una reconfiguración de los
vínculos sociales. Si antes la lucha de clases pasaba por la fábrica, hoy pasa
por el acceso a las plataformas y a los datos. La subjetividad se moldea ya no
solo en el trabajo tradicional, sino también en los espacios virtuales en los
que interactuamos, consumimos información y construimos nuestra identidad. Este
fenómeno demanda nuevas herramientas analíticas y un pensamiento crítico frente
a los discursos que aún hablan de "libertad de mercado".
Personalmente, esta
lectura me hizo repensar mis propias prácticas cotidianas: ¿hasta qué punto
tengo el control de mis decisiones cuando interactúo con plataformas digitales?
¿Estoy eligiendo libremente o soy dirigido por lógicas algorítmicas que no comprendo?
El tecnofeudalismo, más que una categoría económica, se convierte así en una
clave para leer las nuevas formas de dominación invisibilizadas por la
apariencia de neutralidad tecnológica.
Plataformas
digitales: nuevos señores del valor y de la subjetividad
Uno de los
planteamientos más potentes de Varoufakis es que las plataformas digitales han
creado un nuevo tipo de poder basado en la captura del valor generado por las
interacciones humanas. A diferencia del capitalista tradicional, que necesitaba
trabajadores para producir bienes o servicios, el "tecnoseñor"
digital simplemente necesita que las personas interactúen en su plataforma. Es
decir, nosotros generamos valor simplemente al estar conectados, al comentar,
compartir, reaccionar. Y ese valor es apropiado sin que medie un salario o una
relación contractual clara.
Esta lógica implica una
forma de extracción que no se limita al trabajo, sino que invade la esfera de
lo social. La subjetividad se convierte en materia prima: nuestras emociones,
gustos, relaciones, todo puede ser monetizado. Así, lo que antes era considerado
parte de la vida privada —como nuestras conversaciones o nuestros hábitos de
consumo— ahora es explotado como recurso económico. Desde una mirada crítica,
esto representa una colonización de la vida cotidiana.
En términos
psicológicos, esto tiene un fuerte impacto en la construcción del yo. Las
plataformas moldean nuestras conductas a través de recompensas inmediatas,
algoritmos de refuerzo, y filtros que configuran nuestra percepción del mundo.
Esto afecta no solo nuestra autonomía, sino también nuestra salud mental. El
tecnofeudalismo no se impone por la fuerza, sino por seducción: nos hace sentir
parte de una red mientras nos reduce a nodos monetizables.
Como estudiante, me
preocupa cómo este modelo afecta a generaciones enteras que nacen ya dentro de
este ecosistema. ¿Qué tipo de vínculos estamos promoviendo? ¿Qué tipo de
subjetividades estamos formando? El poder ya no se ejerce desde arriba, con
represión visible, sino desde adentro, desde nuestros propios deseos y hábitos.
Eso lo hace aún más difícil de resistir, pero también más urgente de
comprender.
El trabajo en
la era del tecnofeudalismo: entre precariedad y control
Otro de los aspectos
que aborda Varoufakis es la transformación del trabajo en este nuevo sistema.
La economía digital ha generado nuevas formas de empleo —como el trabajo de
plataforma, el freelance digital o el microtrabajo por tareas— que muchas veces
se presentan como flexibles y autónomas, pero que en realidad implican una
profunda precarización. El trabajador ya no tiene estabilidad, horarios
definidos ni protección legal clara. Vive en un estado de constante
disponibilidad y evaluación.
Este fenómeno tiene
consecuencias directas sobre la subjetividad. La identidad del trabajador,
antes construida en torno a una profesión o un rol social, ahora se difumina en
múltiples actividades, muchas veces invisibles. Se impone un modelo de autogestión
permanente, donde uno debe ser su propio jefe, publicista, community manager,
contador y hasta psicólogo. Esta carga no solo es agotadora, sino que
invisibiliza las responsabilidades estructurales del sistema.
Desde la Psicología
Social, entendemos que el trabajo no es solo un medio de subsistencia, sino
también una fuente de sentido, pertenencia y reconocimiento. Cuando el trabajo
se fragmenta y se vuelve incierto, estos pilares se tambalean. La ansiedad, el burnout
y la sensación de inutilidad crecen, mientras se naturaliza la idea de que
“cada uno es responsable de su éxito o fracaso”.
En mi caso, esta parte
del libro me llevó a reflexionar sobre mis propias expectativas respecto al
futuro laboral. ¿Estoy preparándome para un mundo que ya no existe? ¿Cómo
construir una identidad profesional en un sistema que cambia todo el tiempo y
que no garantiza nada? Estas preguntas, aunque inquietantes, son necesarias
para pensar en nuevas formas de organización social más justas y sostenibles.
La ilusión de
libertad: algoritmos y dominación suave
Uno de los aspectos más
inquietantes del tecnofeudalismo es que no se impone mediante la coerción
tradicional, sino a través de una ilusión de libertad. Como señala Varoufakis,
las plataformas digitales nos hacen sentir empoderados —porque podemos elegir,
publicar, reaccionar—, pero en realidad cada acción está guiada, filtrada y
moldeada por algoritmos que responden a intereses comerciales. Se trata de una
dominación suave, difícil de ver, pero profundamente efectiva.
Desde la Psicología
Social, esta lógica de control algorítmico puede entenderse como una forma de
moldeamiento conductual a gran escala. Al igual que en los experimentos
clásicos del conductismo, las plataformas refuerzan ciertos comportamientos
(likes, reposts, compras) y desincentivan otros. Pero lo hacen de manera
automatizada, sin que haya un experimentador humano al mando. Esto genera una
relación ambigua con la tecnología: confiamos en ella, pero no entendemos cómo
nos afecta.
Además, esta ilusión de
libertad tiene un correlato emocional. Nos sentimos constantemente observados,
medidos, comparados. Esto puede generar ansiedad, inseguridad y necesidad de
validación constante. El yo se vuelve dependiente de la mirada digital, en una
especie de panóptico emocional. La autonomía se transforma en dependencia
camuflada de libertad.
Esta parte del libro me
resonó profundamente, porque muchas veces creo estar decidiendo libremente en
redes, cuando en realidad estoy siguiendo patrones diseñados por otros. La idea
de que los algoritmos saben más de mí que yo mismo no es solo perturbadora: es
un llamado a recuperar la conciencia crítica y la capacidad de agencia en un
mundo que nos quiere dóciles y predecibles.
Conclusión
El libro Tecnofeudalismo
de Yanis Varoufakis no es solo una crítica económica: es una radiografía del
poder en la era digital, que nos interpela profundamente desde la Psicología
Social. Nos muestra cómo la tecnología, lejos de emanciparnos, está siendo
utilizada para reforzar nuevas formas de dominación, menos visibles pero más
eficaces. Las plataformas digitales han reconfigurado el trabajo, la
subjetividad, las relaciones sociales y nuestras propias ideas de libertad y
autonomía.
A lo largo de este
ensayo, he intentado pensar críticamente cinco dimensiones centrales del
tecnofeudalismo, conectándolas con mis propias experiencias y preocupaciones
como estudiante. He descubierto que muchas de las formas de malestar que
vivimos hoy —ansiedad, inseguridad, precariedad— no son fallas individuales,
sino síntomas de un sistema que ha capturado incluso nuestros deseos más
íntimos.
Como futuro profesional
en el campo de la psicología, siento la responsabilidad de no mirar estos
fenómenos solo desde la clínica o desde lo individual, sino también desde lo
social, lo estructural, lo colectivo. El tecnofeudalismo no se combate solo con
conciencia individual, sino con organización, crítica y nuevas formas de
construir comunidad y sentido.
Finalmente, este libro
me deja una inquietud que quiero compartir: ¿qué pasaría si lográramos hackear
el sistema no desde la tecnología, sino desde la empatía, la cooperación y el
pensamiento crítico? Tal vez ahí esté la verdadera revolución: no en las máquinas,
sino en la forma en que decidimos vivir juntos.
Bibliografía:
Varoufakis, Y. (2024). Tecnofeudalismo:
El futuro del capitalismo. Planeta
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